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COLEGIO PROFESIONAL DE PERIODISTAS DE ANDALUCÍA

29.11.21

  • 29.11.21
Frescura agria en la representación de la célebre obra Yerma, de Federico García Lorca, en una actualización en la que los acentos homófobos y machistas perduran en el devenir de los tiempos. La Pasión de Yerma sentencia con cada frase una realidad en la que la impotencia de ser madre y ser amada crucifican en vida a la mujer de Juan.


María León, Jorge Monje, Mari Paz Sayago, Lucía Espín y Diego Garrido resucitan a Yerma, Juan, Dolores, María y Víctor para representar la realidad de la España del siglo XX a través de la concepción poética de Lorca. Gracias a la productora y distribuidora de Artes Escénicas SEDA, la obra del poeta granadino se subió a las tablas del Centro Cultural de la Villa de La Rinconada rememorando los tiempos de La Barraca.

En un ambiente rural en el que las lavadoras se transforman en corralas, transcurre la vida de Yerma, una mujer que, aun concentrando en un solo cuerpo amor, júbilo, esperanza y posiblemente, fertilidad, todo ello unido a unas ganas de gozo y vida en cantidades torrenciales, no consigue culminar su único propósito, que es poder compartir todo ello con alguien.


La obra lorquiana, que se complementa con Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, se apoya en el cante flamenco para maridar a la perfección un canto a la plenitud en una asfixiante soledad. Como en las anteriores obras, hay una evolución de un personaje desde la esperanza a la condena, por un deseo que acaba convirtiéndose en obsesión. 

Durante la representación de La Pasión de Yerma, la acción se centra en conflictos de la sociedad española mientras el texto es impulsado por el desarrollo de la decadencia en la que la protagonista se ve envuelta, mientras los demás personajes observan la tragedia que sufre sin acogerla más que con palabras que poco peso tienen para ella.

Yerma, condenada a vivir una eternidad estéril y solitaria, lucha consigo misma por mantener la honra de su pequeña familia ante las frías costumbres de un marido que la oprime para obtener una vida tranquila y honrada. Juan, el marido, representa a aquella España que se regía por unas normas marcadas por la honradez y la lealtad que, si bien no se entendían, se aceptaban por convenciones sociales.

La obra del autor de la Generación del 27 no hace más que plasmar una época trágica que consiguió doblegar a todo aquel que tuviera pasión por sentir más allá de las normas. La Pasión de Yerma aparece como una premonición de Lorca que finalmente se hace presente en el siglo XXI, en el que homofobia y represión conviven entre realidad virtual, banderas y derechos.

AMPARO VEGA / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: SEDA

GRUPO PÉREZ BARQUERO


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